miércoles, 4 de noviembre de 2009

Abundancia, tradición y poca inversión


Por Rocío Tauber


Panamá fue el nombre que los indígenas le dieron a este país pensando en su significado: la abundancia. No se equivocaron al relacionar a esta tierra centroamericana con dicha característica, al menos en lo que respecta al deporte.
La ubicación geográfica cercana a la línea del Ecuador, el clima tropical, sus costas bañadas por las aguas del mar Caribe y del océano Pacífico hacen que sus más de tres millones de habitantes disfruten de una gran variedad deportiva.
Sin embargo, hay un práctica que se destaca por despertar las pasiones de miles de panameños y que ha adquirido la identidad de ser un “deporte rey”. Éste es el béisbol, principal juego nacional que ha ido evolucionando a lo largo de la historia y que hoy en día busca consolidarse definitivamente.
Este hace su aparición en el país con la llegada de los norteamericanos a las tierras panameñas en medio de las obras del Canal de Panamá. Junto con las herramientas, la ingeniería y la vigilancia militar traída desde Estados Unidos, también arribaron sus prácticas y costumbres conjuntamente con los bates, pelotas y guantes.
Aunque al comienzo se jugaba con reglas improvisadas y de manera amistosa, poco a poco fue calando hondo entre los habitantes. Pasó de ser un juego totalmente importado y extranjero a conformar parte de la vida cotidiana y de la identidad panameña.
En 1945 se formó la Liga de Béisbol Profesional, pero prontamente este deporte dejará de tener esta característica cuando en 1969 la Liga haya desaparecido definitivamente. La situación económica impidió que este proyecto vuelva a resurgir. Sin embargo, y a pesar de que este deporte ya no es más profesional, Panamá mantiene un fuerte y competitivo béisbol amateur.
En la actualidad este deporte se volvió una afición para muchísimos fanáticos que siguen a su equipo y a sus ídolos con gran entusiasmo. Muchos de ellos llegaron a ser figuras mundiales y a formar parte de las Grandes Ligas, como lo ha sido el destacado bateador Rod Carew, a quien se lo considera un héroe panameño, muchas veces galardonado como el mejor del mundo.
Son estos deportistas quienes hicieron brillar al béisbol local y lo mostraron al mundo. Gracias a ellos este deporte se ha jerarquizado y se ha ganado su respeto.
Pese a ello, en la última década no fueron muchos los panameños que han debutado en las Grandes Ligas. Tan sólo fueron siete quienes llegaron a esa altura, algo realmente extraño teniendo en cuenta la tradición y el fuerte arraigo de este deporte en Panamá.
Esto puede tener una razón que va más allá del juego. El poco interés de los sucesivos gobiernos demostrado en la escasa inversión económica y en la insuficiente promoción de programas fomentando el deporte, sumado a la política devastadora del dictador Manuel Antonio Noriega que manejó el país por los años 1983/1989, hicieron que este final sea previsible.
El plan del dictador no funcionó, quiso desterrar cualquier intento de profesionalismo en este deporte para intentar seguir los pasos de Cuba. Pero al menos Cuba invirtió en escuelas de béisbol que buscaban formar sólidamente a sus alumnos, al mismo tiempo que ayudó a la organización de torneos para buscar una motivación en la sociedad. Pero Noriega no hizo nada de esto, y el resultado fue que los equipos de las Grandes Ligas no quisieran invertir dinero en Panamá para desarrollar a los jugadores, dejándolos con pocas oportunidades. Muchos dicen que hay demasiado talento en este país, pero la realidad es que no termina por explotarse al máximo.

Los tres elementos en el deporte


Tierra, agua y aire son tres de los cuatro elementos que rigen el cosmos donde todo lo existente convive. Estos también rigen el deporte en Panamá.
La tierra, con su vegetación tropical, sus zonas bajas y sus relieves, logran un apto y variado escenario para practicar diversas actividades deportivas como el ciclismo, el senderismo, las actividades hípicas, entre otras.
El agua, que rodea el territorio de hermosas playas también es un excelente lugar para el deporte acuático. Desde el surf entre las olas del océano Pacífico, hasta el buceo por el Mar Caribe.
Asimismo, el fútbol, el básquet y el boxeo forman parte de la devoción de los habitantes de Panamá. En el caso del fútbol, a pesar de que es un deporte que mueve seguidores a escalas mundiales, en este país aún no ha logrado imponérsele al béisbol. No obstante, poco a poco está sentando las bases para que el crecimiento de este juego sea cada vez más firme.
El básquet llegará a su máxima expresión por las décadas de los ’50 y ’60 cuando se logró el título de los Juegos Centroamericanos y del Caribe. A partir de allí este deporte empezó a ganar aficionados y a sumar prestigio.
El boxeo también es parte de la vida de los istmeños y le ha brindado muchas alegrías y triunfos. Esto ha generado una importante tradición boxística y una gran calidad de boxeadores.

La clave: Inversión y respaldo

Panamá cuenta con una gran diversidad respecto a las actividades deportivas que pueden realizarse en su territorio. El clima, la geografía y su ubicación brindan un ambiente infalible para quienes quieran realizar deporte.
Sin embargo el juego local por excelencia es el béisbol. Su desarrollo, la gran cantidad de seguidores y su antigua tradición demuestran que es el juego elegido para enarbolar la bandera nacional.
De todos modos esto no es suficiente. Para que este deporte llegue a la cima de la consagración se necesita de inversión y respaldo por parte del gobierno. Quizás la salida sea que el béisbol panameño obtenga más apoyo del gobierno, una fuerte inversión y una sólida formación. Quizás la creación de academias locales que eduquen y preparen a sus alumnos para triunfar en el deporte, hagan más cercano el objetivo de jugar en las Grandes Ligas, llevando al béisbol panameño al Olimpo de deporte.
La historia muestra que esto no se ha hecho, y el presente refleja las consecuencias de un deporte que no ha sido explotado. El destino determinará lo que vendrá.

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