miércoles, 4 de noviembre de 2009

Entre animales o pugilistas


Por Rocío Tauber

¿Se puede poner en discusión el status deportivo de un juego tan antiguo y popular como el boxeo? ¿Puede ocurrir que una práctica tan milenaria no sea considerada un deporte? Y si esto sucede… ¿Cuál es el límite demarcador que incluye o excluye a aquellas prácticas tildándolas o no de verdaderos actividades deportivas?
Se trata de una polémica que desde hace tiempo está en boca de todos. Para algunos esto ni siquiera entra en discusión. Para otros, pensar que dos personas se enfrenten dentro de un ring, no está demasiado lejos de considerarlo una pelea animal.
Según la Real Academia Española, el deporte es una “actividad física, ejercida como juego o competición, cuya práctica supone entrenamiento y sujeción a normas” . También la definición se extiende a la idea de “recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico.” .
Entendiendo por esto al deporte en su generalidad, el boxeo se adapta enteramente a esta concepción. Se trata de una práctica de increíble rendimiento y desgaste físico, que implica un entrenamiento arduo y responsable, como así también un desempeño competitivo, donde la resistencia corporal y el equilibrio mental se convierten en la clave del encuentro.
Asimismo, como establece la definición, está sujeto a un reglamento que determina las reglas del juego y que deja demarcado lo que está prohibido y permitido a la hora del enfrentamiento para que no haya ninguna duda, ni ningún exabrupto por parte de los participantes.
Claro está, que además se trata de un juego que data de miles de años atrás, incluso antes de Cristo. Enfrentarse cara a cara y puño a puño es una de las actividades más antiguas del mundo. Tanto en competición como en espectáculo, el boxeo ha sentado sus bases desde la Antigüedad y en casi todos los continentes, exceptuando en América, donde surgió tiempo después.
Incluso, hasta la denominación de éste como “boxeo” puede ser parte de las respuestas a las preguntas iniciales de este artículo. Comenzó a usarse en Inglaterra por el siglo XVIII, para poder diferenciar una pelea ocasional de un enfrentamiento serio, preparado y delimitado por reglas previamente establecidas. Así se lo comenzó a reconocer como una actividad deportiva.
Por otro lado, es cierto que se trata de un arte marcial en el que dos personas luchan con sus puños, golpeando, con fuerza y hostilidad e incluso, bestialidad. El peligro es inminente y la muerte es posible. Pero son las condiciones de este juego, y el que es partícipe las conoce completamente, y sin embargo, las acepta.
Es una actividad que va mucho más allá de simples puñetazos. También están en juego la concentración, la técnica y la táctica, la preparación, la inteligencia y la intuición. Por algo, Julio Cortázar no dudó en denomiralo como “el noble arte”.

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