sábado, 31 de octubre de 2009

Italia: la terra di ciclisti


Por Marcela Ojea

En la esplendida Italia, ese pequeño país de Europa con cerca de cincuenta millones de habitantes, donde casi el setenta por ciento de la población vive en las ciudades y el resto en zonas rurales, los deportes son el principal atractivo que suelen disfrutar la mayoría de los tanos.
A pesar de que hace ciento cincuenta años que se produjo la unificación de los territorios, y surgió la Republica Italiana; los habitantes no se consideran un pueblo reciente, se tienen por descendientes de los antiguos romanos. Lo que los llena de aportes culturales con admirables artistas que brillaron gracias a sus aportes en la escultura, la arquitectura, la pintura, la literatura y la música.
Esta nación en forma de bota, tiene un clima diverso por las diferentes geografías que presenta. Hace un frío glaciar en las cumbres más altas de los Alpes, y un calor semitropical de las zonas costeras del mar de Liguria y las costas más bajas de la parte occidental de la península.
La variedad de temperaturas permite que se pueda practicar heterogéneas disciplinas como deportes de inviernos, ya que la infraestructura ha sido mejorada en los últimos años, poniendo los sitios de ski italianos al mismo nivel del de sus vecinos Francia y Suiza. Los 8.500 kilómetros de costa mejoran las posibilidades de bucear y pescar en las Islas Tremiti –ubicadas en el Mar Adriático-, y en las costas de Toscana.
Pero si hay que hablar del entretenimiento primordial de L'italiano, hay que hablar de los deportes. Los más practicados, sin lugar a dudas son el fútbol y el ciclismo, ellos se quedan con los galardones de masivos.
Prueba de la enorme calidad de los italianos en estas competencias son que la selección “azzurra” fue campeona de mundiales en cuatro oportunidades, y fue la última en colocarse en el lugar más alto del podio en el Mundial Alemania 2006.
Italia tiene su propia liga de fútbol que fue creada en 1898, y entre los equipos que más sobresalen están el Inter de Milán, la Lazio de Roma, la Juventus de Turín y el Parma. Su futbolista más destacado, en la actualidad, es Alessandro Del Piero quien en 2004 fue nombrado uno de los cien mejores jugadores de la historia según la FIFA, y en el 2006 anotó su gol número ciento ochenta y cinco jugando para la Juventus, y se convirtió en el máximo goleador de todos los tiempos de ese club.
Igualmente masivo es el automovilismo, pero escasos pilotos brillaron a nivel mundial. Quizás tenga que ver con ese amor a los fierros, que Italia posea la escudería más poderosa del mundo creada por el corredor Enzo Ferrari, que lleva su apellido. El más célebre volante fue Alberto Ascari que alcanzó dos campeonatos mundiales en la Formula 1, luego pero sin lograr consagrarse a nivel planetario, ni una sola vez están Andrea De Cesaris, Giancarlo Fisichella, Nicola Larini, Ricardo Patrese, y Alex Zanardi.
El ciclismo es el otro gran amor de los italianos, que además tienen como espectáculo reconocido mundialmente al Giro d´Italia, competencia que fue creada por el diario deportivo milanés, La Gazzeta dello Sport en 1909, que tiene la particularidad de que sus hojas son color rosado, y en su honor el líder del Giro lleva una malla de ese tono.


Il grande campione


En unas calles angostas, tan estrechas como pasillos, un niño de cabellos rubios montado en una bicicleta de carrera embala solo. No le importan los adoquines o las señoras gordas que se le cruzan con pañuelos en la cabeza y bolsas de mandados que le gritan: ¡curi, piccolo!.
El pequeño se apura, frena y a la bici se le levanta la rueda trasera. En la puerta de la fábrica de muebles, los hombres salen apurados para ir a sus hogares. El niño busca con la mirada a su padre, por fin lo encuentra, deja la bici en el suelo y corre a abrazarlo, el hombre de mameluco azul desteñido lo abraza y le palmea la espalda.
Es el mes de mayo de 1974, y la fiebre ha invadido a toda Italia. Las caras y lenguas desconocidas abundan por todas las ciudades, el Giro de Italia hace varios días que arrancó, y la “Fiesta de Mayo” con él.
Esa tarde, pasará por Lucca la caravana multicolor de ciclistas, y la ciudad natal del niño que se encuentra en la Toscana de Italia, se vestirá de alegría. El belga, Eddy Merckx encabeza la tabla, y el tano Felice Gimondi le pisa los talones como el año anterior.
-Padre più rapido, noi vedremo i ciclista – el chico tironea la mano de su padre. El hombre levanta la bicicleta y hace subir a su hijo al caño, y se dirigen a la ruta. Cuando van llegando a las murallas que rodean la ciudad, el alboroto se hace más grande, media localidad está a los bordes de la calzada aguardando el espectáculo.
De pronto, un hombre de “maglia rosa” es seguido por cuatro o cinco ciclistas, cuando reconocen a su compatriota que forma parte del tren inicial, todos aúllan: -¡Avanti, Felipe! ¡Avanti, Felipe!
Trece años después, en 1987, ese niño ganaría su primera competencia ciclística, el Regio-Tour. Torneo que se corre en etapas y que se disputa en las regiones fronterizas de Francia, Suiza y Alemania. Al año siguiente sería contratado por el equipo “Del Tongo” y la historia comenzaría a escribirse.
En 1989, lograría su primer gran triunfo en una etapa del Giro de Italia, tres enlaces del Tour de Pouilles, y la competencia de Firenze. Su principal aliada sería la fuerza de voluntad heredada de su fuerte carácter, y no de un díos; tendría la velocidad que sus piernas poderosas le brindarían, y no la de un furioso caballo rampante, rojo Ferrari.
El adonis sobre ruedas, empezaría a escribir su nombre en la historia del pedaleo. Mario Cipollini, sería sinónimo de carisma, de entrega y de ambición. Al igual que la extrema pasión por el perfeccionamiento permanente, sus explosivas escapadas, y escaladas de montañas; esos esprint que tantas mallas Verdes compatibilidad le entregaron. Cipollini, siempre por el interior de las curvas, por donde el radio es más corto, por donde menor es la distancia que recorrer y desde donde más fácil es trazar la línea recta imaginada e infranqueable.
Su interminable descaro y su poder sobre el pelotón, lo llevaron a convertirse en el Rey León, el exhibicionista que destronó a Alfredo Binda, quién poseía el récord de 41 victorias en etapas del Giro de Italia desde los años treinta, y este loco mediático con su afán de protagonismo, superó con 43 laureles en el 2003. Il Bello adoraba llamar la atención con sus trajes que él mismo diseñaba, y el equipo pagaba gustoso las multas porque no se permite usar maillots al margen de los colores de su Team, pero esas extravagancias le traían el doble de dinero en publicidad. Solía usarlos sobre todo en las etapas contrarreloj, o en prólogo del Tour y del Giro. Esas vestimentas de cuerpo entero simulaban muchas veces, rayas de tigre, de cebra o la musculatura humana.
El guapo del pelotón, tiene otro gran amor: las mujeres. Sus escándalos de faldas lo han llevado infinidad de veces a las tapas de los grandes medios de comunicación, para retratarlo con un ejemplo, una vez declaró que: “El doctor Ferrari ha cambiado mi plan de preparación. Hacía el amor cinco veces por semana con cinco mujeres distintas y ahora me ha dicho que es mejor que lo reduzca a tres”, y lo remató diciendo que tenía una novia y “seis mil amigas”.
El “Súper Mario” logró en diecisiete años de carrera 189 victorias de etapa -42 en el Giro de Italia, 12 en el Tour de Francia y 3 en la Vuelta España- y se proclamó Campeón del Mundo en ruta en 2002, por lo que obtuvo el premio de vestir durante todo el período la camiseta arco-iris.
En el 2002 obtuvo dos reconocimientos muy deseados por el mundo delciclismo, recibió “La Bicicleta de Oro” (Vélo D'Or) que es un galardón entregado anualmente por la revista francesa Velo Magazine al ciclista considerado por dieciocho periodistas como el más importante del año, y “El Mendrisio de Oro” que es un premio internacional concedido al mejor penalista profesional del año según el Velo Club Mendrisio, un club ciclista de Mendrisio, Suiza.
Este único personaje, como no podía ser de otra manera tuvo la particularidad de retirarse del ciclismo en dos oportunidades. La primera fue en el 2005 a apenas diez días antes del comienzo del Giro, en el cuál pensaba participar porque “le fallaban las piernas” según supo justificarse. La última y supuestamente la definitiva, fue en el 2008, cuando en el mundo de la serpiente multicolor lo estaba extrañando, volvió con el equipo estadounidense Rock&Republic, pero su incursión duró poco menos de tres meses.

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